Luchas Diarias
Otro día de descanso de los que desearía que fueran
eternos, esos en los que la compañía de la familia brinda un regocijo,
fortalece el espíritu y le permite levantarse cada mañana cuando hay que salir,
dejando el hogar atrás. La primera voz que escucho es la de mi esposo, una voz
animosa y sin dificultad, diciéndome fuertemente y recordándome que es hora de
levantar y aunque no tenía muchas ganas, logro convencerme de salir a trotar.
El viento golpeando el rostro mientras evitamos la fatiga
y al sonido de una música diferente para cada uno, nuestros corazones se
aceleran y nuestras frentes comienzan a sudar, continuamos con un mayor ritmo
para que el esfuerzo sea más grande y nuestro cuerpo comienza a temblar. Llegue
al punto de retorno, no puedo más, no es que mi cuerpo no pueda seguir,
simplemente mi mente gano la batalla, me convenció de la fatiga.
Continuando el día pasamos el tiempo juntos, mi hijo no
deja de correr, gritar, saltar, pelear y llorar por doquier y por más que trate
no logro hacer que coma bien, si todos supieran la carga que es ser madre
talvez apreciarían más a este ser. Mañana será un nuevo día y una nueva lucha
entre el plato, la cuchara y mi hijo.
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