Madre

Una mañana más en esta pandemia, el día me despierta con una gran luz calurosa que se asoma desde mi ventana y toca mi rostro como un hermoso abrazo. Las tareas del hogar no suelen esperar, sin embargo, mis ánimos en este día no son los esperados, creo que el cansancio que deja la semana han logrado afectar mi cuerpo y mi mente, los deseos de poder realizar mis deberes como madre y esposa no son suficientes para mi cuerpo, por ende, mi cama se convirtió en mi amiga incondicional.

Carta a mi madre, por su amor verdadero - La Mente es Maravillosa

La cocina no recibió mi visita en este día, pero agradezco que cuento con una persona que está pendiente y me cubre cuando mi espíritu no es tan fuerte, madre es madre y ella está ahí en esos momentos para fortalecer mi roca cuando tiende a tambalear. Mi hijo me acobija en sus brazos por unos minutos, muy cortos para mí, pero eternos para él, aquellos pequeños brazos y esas suaves manos son tan refrescantes y reconfortantes que tocan mi corazón. Los minutos y las horas pasan sin mayor dificultad, mi día termina en compañía del hombre que siempre me pone su pecho en esas noches de frialdad.


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